El “boom” mediático que alcanzó a finales de los 80 Mijaíl Gorbachov sólo se podría comparar a nivel de dirigentes políticos (y salvando las distancias con la actual saturación informativa) con el de Barack Obama. Muchos aún piensan que estuvo muy cerca de cambiar el mundo tal y como lo conocemos en la actualidad, pero terminó convertido en una suerte de Sísifo, pero aplastado por la piedra.
Después de rozar la gloría con la yema de sus dedos, después de recibir el Nobel de la Paz, el hombre de la mancha en la cabeza ha tenido que conformarse con hacer de las conferencias y la publicidad su forma de vida.