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jueves, 3 de marzo de 2016

Marco Pantani: Tour y Giro 1998


Podríamos decir que Indurain fue el ciclista que sentó las bases de lo que sería el futuro en ese deporte: contrarrelojista, buen bajador y capaz de defenderse en los puertos. Lo que para muchos supuso el adormecimiento de la esencia de esta especialidad, se confirmó años más tarde con la aparición del norteamericano Lance Armstrong, quien al igual que el navarro, aglutinaba todas estas características de lo que iba a ser el prototipo de corredor del siglo XXI.

Entre ambos mitos de la bicicleta surgió una figura inesperada, un italiano de la vieja escuela que flaqueaba en el llano, pero que cuando llegaba la montaña se convertía en una auténtico chacal que no dudaba en atacar hasta terminar con sus rivales desfallecidos. Ese personaje fue Marco Pantani, y durante su reinado volvió a rescatar la épica del ciclismo como deporte imprevisible y de impulsos, muy alejado de estrategias de equipo que a la larga han terminado por erosionar la paciencia de los aficionados

Precisamente cuando todo apuntaba a que “El Pirata” terminaría marcando una época, durante el Giro de 1999 fue súbitamente destronado por lo que a día de hoy se ha convertido en algo poco sorpresivo para la inmensa mayoría: una acusación de doping. A pesar de que siempre negó tal extremo, eso supuso un punto de inflexión que terminó con su carrera y acabó sumiéndole en una profunda depresión. En 2004 y en circunstancias poco claras, apareció muerto en la habitación de un hotel en Italia.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Bobby Fischer: Reykjavik 1972


Durante la década de 1920, una recién creada URSS decidió adoptar el ajedrez como deporte oficial que serviría para demostrar al mundo que el nivel mental de los soviéticos era muy superior al de los demás. Debido a que era una actividad no limitada por el azar, en la que la estrategia y la inteligencia eran fundamentales, y que su práctica estaba al alcance de cualquier persona independientemente de su clase social, fue la herramienta perfecta para simbolizar la fortaleza del comunismo.

Es por ello que se montó una mastodóntica infraestructura, desconocida hasta entonces, para que el ajedrez llegara a millones de personas en todo el territorio, y que provocó gracias a un sistema de recompensas y (duras) sanciones, que la URSS mantuviera durante décadas una indiscutible hegemonía.

Pero nadie contaba con que un americano, autodidacta en su formación y de comportamiento excéntrico e infantil, arrebatara el cetro mundial a los soviéticos en plena guerra fría. Ese particular “héroe” fue Bobby Fisher, quien después conquistar aquel campeonato del mundo en 1972, se retiró de la vida pública y no volvió a competir de manera profesional.

Años más tarde sería despojado de su título al no presentarse a defenderlo frente al aspirante, Anatoli Karpov. No importó, por méritos propios ya formaba parte de los más gloriosos anales de la historia.

sábado, 4 de abril de 2015

Bob Beamon: El Salto Del Siglo


El imaginario de los Juegos Olímpicos es muy dado a ofrecer héroes del perfil de Bob Beamon: personas anónimas que sin previsión alguna, logran traspasar los límites conocidos hasta entonces y se convierten en leyendas del panteón olímpico.

En el caso del atleta neoyorquino consiguió un registro que perduraría durante más de 20 años y fue conocido entonces como “el salto del siglo”. La cultura norteamerica, tan proclive a crear este tipo de personajes, no tardó en convertir dicho récord en un mito instantáneo, tanto por las circunstancias del propio Beamon, como por la forma de lograrlo.

jueves, 9 de octubre de 2014

José Emilio Amavisca: Liga 94-95


El caso de Amavisca ilustra perfectamente el como un futbolista puede realizar una campaña por encima de sus posibilidades durante un año, para desaparecer por completo en las siguientes. No es que el santanderino terminase sus días jugando en el patio de un colegio, pero quienes le recuerden en aquella temporada en la que Jorge Valdano recuperó el honor de todo el madridismo con un 5-0 frente al Barcelona, y ganando la liga española con un exquisito juego, sabrán a lo que me refiero.

Y es que José Emilio Amavisca fue una especie de cenicienta al que se le sumó aquel ave fénix renacido que fue Iván Zamorano. En esa mágica temporada, los dos fueron claves para la consecución del título, sensación que Amavisca jamás volvió a tener.