El imaginario de los Juegos Olímpicos es muy dado a ofrecer héroes del perfil de Bob Beamon: personas anónimas que sin previsión alguna, logran traspasar los límites conocidos hasta entonces y se convierten en leyendas del panteón olímpico.
En el caso del atleta neoyorquino consiguió un registro que perduraría durante más de 20 años y fue conocido entonces como “el salto del siglo”. La cultura norteamerica, tan proclive a crear este tipo de personajes, no tardó en convertir dicho récord en un mito instantáneo, tanto por las circunstancias del propio Beamon, como por la forma de lograrlo.