Desde que el hombre fue consciente de que era capaz no sólo de adaptarse al entorno, sino también moldearlo en su beneficio, siempre mantuvo en mente el sueño de viajar tan lejos como su vista llegase. Ese firmamento tantas veces contemplado a lo largo de los siglos, pero inalcanzable para cualquier hombre sin importar su credo o condición, fue por fin conquistado un 12 de abril de 1961 por el hijo de un carpintero, el cosmonauta ruso Yuri Gagarin.
Ser el primer humano en viajar al espacio le convirtió en una herramienta del régimen soviético que no dudó un instante en promocionarlo hasta convertirlo en una suerte de semidiós al servicio de los intereses comunistas. Sin embargo, e inaugurando lo que sería una constante en otros astronautas, jamás consiguió adaptarse a esa fama y terminó cayendo en las redes del alcoholismo.