“Dios sea testigo de que los yanquis no van a poder conmigo. Voy a sobrevivir a todo esto, y cuando termine todo no volveré a pasar hambre otra vez. Ni yo ni ninguno de los míos, aunque tenga que robar o matar. ¡Dios sea testigo de que nunca más voy a pasar hambre!”.
Probablemente sean muy pocos los que no hayan oído alguna vez este famoso juramento perteneciente a la novela Lo que el viento se llevó. Su autora, Margaret Mitchell ha pasado a la historia no sólo por dejarnos para la posteridad inmortales personajes como Escarlata O'Hara o Rhett Buttler, sino también por ser la pionera del actual fenómeno de literatura de masas (por fortuna para unos, por desgracia para otros).
Pero a diferencia de Michael Crichton, J. K. Rowling o Dan Brown, Mitchell no pudo prolongar su lucrativa carrera literaria puesto que en 1949 falleció al ser atropellada por un taxi mientras paseaba con su marido, hecho que conmocionó en su momento a toda la sociedad americana. No obstante (y a diferencia de J. Kennedy Toole), vivió lo suficiente para constatar el triunfo de su obra: 8 millones de ejemplares vendidos, traducida a más de 30 idiomas, premio Pullitzer y exitosa versión cinematográfica.